miércoles, 18 de enero de 2012

No merece la pena poner un título

Hoy vuelvo a escribir aquí. Qué raro se me hace...

No estoy bien, decididamente. Este último mes me lo he pasado llorando día y noche, sin exagerar. He intentado hacer las cosas bien, con tranquilidad, sin obsesiones, sin metas, y es imposible. Me he mantenido bastante bien durante estos 6 meses, oscilando entre 54 y 52 kilos. Pero la puta Navidad ( y tú misma, gorda asquerosa, no trates de engañar a nadie) ha hecho estragos en mí. Imaginaba que había engordado, pero no me quería pesar ("no, Midna, no te obsesiones"). La gota que ha colmado el vaso ha sido hoy, cuando me he ido a probar un vestido que me compré en rebajas (talla S, tipo tubo-mega-ajustadísimo, que compré sin mirar porque sólo quedaba ese y pasaba de meterme al probador con semejante cola) Y NO HE CABIDO. Sí, señoras y señores, a la gorda no le cierra un vestido de encaje que hace un mes le habría entrado sin problemas. Así que le he quitado el polvo a la báscula después de un mes y me he subido: 58 kilos, clavados. Me doy verdadero asco, no sé cómo he podido abandonarme tantísimo después de haber estado tan cerquita de los 50...

Se acabaron las autoindulgencias y el "mañana". Voy a volver a ser yo, cueste lo que cueste.

Bienvenida de nuevo, Midna.



1 comentarios:

Seda dijo...

Hazlo, haz lo que sea necesario para sentirte a gusto, pero con cabeza, ok?

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