martes, 30 de noviembre de 2010

Mis pequeñas mentiras


Sí, aquí vuelvo, con el rabo entre las piernas.No escribo desde hace tres meses, desde mi adorada independencia. No porque no quisiera, ¡claro que quería contaros tantas cosas! Sencillamente, no podía escribiros para decir que soy un yoyó de grasa: un día 54, otro día 59... No sé lo que peso ahora y no me voy a pesar hasta el día 10 de diciembre: 10 días de relax y de ayunos a ratos...

¿Porqué he regresado ahora? Porque os necesito y no sabéis cuánto. Desde que estoy aquí sólo he hecho dos cosas: llorar y comer. Lloro porque me miro en el espejo todas las mañanas y me da rabia, mucha rabia ver que estoy tirando dos años de esfuerzo a la basura por culpa de él. Sí, de él, de mi novio: le quiero tanto, le necesito tanto, que como para que no se preocupe y no vomito para no asquearle. El título del post lo pongo en nuestro honor: sus pequeñas mentiras ("me encantas así", "no estás gorda", "come un poco más que no pasa nada"...) y las mías ("no tengo hambre, comí en la uni"...).

Nosotros vivimos juntos, para no levantar sospechas estuve todo el mes de septiembre comiendo normal. Poco, pero normal: tres veces al día. Y mi cuerpo, acostumbrado a aguantar con 400 calorías al día, empezó a almacenar. Así que, al empezar octubre, dejé de comer otra vez. Y él se enfado y me dijo: "¿Sabes? Hay gente que dice que lo que tú haces tiene nombre, y no es dieta...". Le miré y le pregunté desafiante si tenía huevos a decirme ese nombre. No se atrevió.
Cuando se fue al día siguiente me eché a llorar. ¿Qué prefiero: a él o ese cuerpo añorado? Y, amigas mías, ganó el corazón. Intento comer poco y saltarme todos los días la cena, pero me es difícil, así que aquí estamos: gorda y frustrada. Qué bien, estupendo...

El día 4 se va de puente y no volverá hasta el 9, así que estaré yo sola, y como estamos a fin de mes casi no queda comida en la casa, ¡podré ayunar, bien!

Os he echado mucho de menos. No escribo, pero estoy al tanto de todos vuestros post, os leo con avidez todas las semanas :D

La otra razón para volver ha sido que hoy es día 30 de noviembre. Hace dos años que todo empezó de nuevo para mí y es justo donde dejé mi historia, así que la retomo por ese punto:

30 de noviembre de 2008. Los espejos me persiguen, me llaman, me recuerdan un tiempo mejor. No aguanto más, quiero ver esos putos números. Quiero saber qué ha pasado en este transcurso de tiempo, desde mis primeros ayunos hasta hoy. Necesito comprobarlo por mí misma.

Lo que se dibujó en la pantalla no se me ha olvidado: 65'5. ¡¡PUTA GORDA!! ¿Cómo cojones has llegado a esto, Ana? ¿Dónde está tu orgullo, tu amor propio? ¡¡NO, NO Y NO!! ¡¡Esto va a cambiar de una vez por todas y nada ni nadie me lo va a impedir!!
Pero hay que ser discretos, querida, que la policía no es tonta. Tus padres conocen muuuuuuy bien por dónde pillarte, así que hagámoslo despacito, con tiempo, con mucho cuidado. Primero vas a dejar los putos bollos, pero todo de manera gradual. ¿Queso holandés, con lo que engorda? No, mejor Philadelphia light. ¿Fritos y empanados? ¡Ja! Quizás algún día, cielo, pero ahora no.
Pasados unos meses, empecé a ver resultados, pequeños avances, pero algo era algo. Los primeros 5 kilos fueron lo más fácil. Pero bien, ¿cómo empezar a saltarme comida, si me tienen más vigilada que en la cárcel? Miente, miente, miente: no me encuentro bien, ya no me gusta tal cosa, me sienta mal esto otro...
Eso es, Ana, has vuelto al redil. ¡Enhorabuena! Fijemos una meta realista: 50 kilos. Delgada, pero no lo suficiente como para levantar muchas sospechas. Bien, bien, esto marcha...

Hasta aquí por hoy, que tengo que acabar unas prácticas que he de entregar mañana.
Os mando muchísimos abrazos a todas :D Hasta la próxima actu.