miércoles, 13 de julio de 2011

No estoy de vuelta





Como leéis, no voy a volver, pero llevo mucho tiempo pensando en que os debo una explicación.



En enero fue mi última entrada: decidí no actualizar hasta febrero porque quería concentrarme en los exámenes. Cuando terminé, necesitaba pensar en qué cojones estaba haciendo con mi vida. Marzo y abril transcurrieron entre vómitos, atracones y dieta; un día no comía, al siguiente me atracaba y lo vomitaba... Mayo, junio y julio han sido, posiblemente, los meses de mayor estabilidad que he tenido jamás: excepto los días que estuve de vacaciones en casa (unos 10) no me salté la dieta ni un solo día. Tenía una comunión y me compré un vestido precioso de la talla 36, y por mis huevos que me lo iba a poner. Y sí, me lo puse. No bajé todo lo esperado (rondaba los 54-55 kilos), cierto, y es que tengo el metabolismo hecho una puta mierda: he comprobado que hasta comiendo solo dos tazones de sopa en el desayuno, engordo.



La explicación que quería daros es muy sencilla: me veo incapaz de seguir así. Ni más, ni menos. Aunque no actualice, os he leído todos los días, y me doy cuenta de que muchas de vosotras estáis cada vez peor, cada vez más enfermas y más agotadas. Y he visto que yo voy por el mismo camino: llevo meses casi sin dormir porque la tripa me duele del hambre, se me nubla la vista y me mareo cada dos por tres, no puedo concentrarme en nada, tengo unas dierreas bastante dolorosas cada vez que pruebo bocado (aunque haya sido una rebanada de pan o una manzana), me duelen los dientes y se empiezan a mover... Y lo peor: ya no me afecta ver los números bajar, ya no me alegra pesar menos porque sigo viendo lo mismo cada día en el puto espejo. Comparo fotos y apenas veo diferencias. Me he aislado completamente de mis amigos y de mi novio porque no quiero salir a cenar, ni al cine, ni verlos comer chucherías. He cambiado lo que más quería en mi vida por un puto número que no significa NADA. Porque no voy a ser feliz por pesar menos, al contrario, era más alegre y vital cuando pesaba 12 kilos más.



Hoy, me he pesado, 52'9 y eso que tengo la regla y parezco un puto globo. Estoy a 1 kilo 400 gramos de mi meta y me sigo viendo gordísima. Prometí a mi novio que no bajaría del IMC 18 y si lo incumplo, con lo jodido que está ya este tema, me mandará a la mierda y llamará a mi madre. Dice que él prometió ayudarme si hacía tres comidas al día, pero que no va a permitir que siga sin comer.



Tengo mi último examen en unas horas, así que me beberé un té y rezaré por concentrarme. Para celebrar el fin de curso, mis amigos se van a comer. Me han pedido por enésima vez que vaya, y me gustaría ir, pero la idea de ver la báscula mañana me aterra. Y lloro de rabia, porque quiero volver a ser una persona normal.



A lo que iba: tras pensar fríamente durante los últimos días, he llegado a la conclusión de que no merece la pena vivir así. Sé que si continúo, aparte de tooooooodas las razones médicas (que, sinceramente, me la traen al pairo), las personas a las que quiero acabarán cansándose de mis locuras, de mis obsesiones. Que muchas de esas relaciones ya están muy heridas y no sé si volverán a ser lo que eran, pero quiero retomar mi vida. Os pareceré una blanda, pero si pesando 53 kilos sigo llorando delante del espejo, es que algo no va bien, nada bien. Sé que nunca estaré conforme con mi reflejo, pese 60 o pese 45. Y, leyéndoos, he descubierto que me asusta lo que pueda pasar: ¿y si enfermo de otra cosa por culpa de ésto? ¿Y si las personas a las que quiero se alejan de mí? ¿Y si destrozo a mi familia? ¿Y si... y si nunca es suficiente, me internan o me muero?



No sé si esto es una despedida. No sé si algún día volveré. No voy a borrar el blog porque siempre es bueno recordar los errores del pasado (y qué coño, confío muy poco en mi capacidad de recuperación). Pero quiero que sepáis que lo voy a intentar lo mejor que pueda, que trataré de mantenerme en un maren de 52-55 kilos comiendo sano y sin hacer locuras, y que os deseo a todas mucha suerte, que espero que, algún día, salgáis de esto y podáis ser felices.



Con cariño, Ana.